Ese balanceo incómodo del avión no debe ser temido. Las pequeñas turbulencias acompañan cada vuelo que sucede, y el número de accidentes relacionados con éstas es notablemente pequeño.
Las turbulencias surgen en cualquier lugar donde el movimiento de masas sufre una ruptura repentina. Frecuentemente ocurre ante el contacto de diferentes corrientes de aire que se encuentran en diferentes direcciones y velocidades. La causa más común es la existencia de corrientes de convexión (cuando las masas de aire son calentadas por el sol y suben formando nubes). Un avión volando a través de las nubes puede encontrarse con una turbulencia en este momento.
Otra causa de turbulencia son las llamadas cizalladuras, que ocurren cuando el viento cambia repentinamente de dirección y/o velocidad. Éstas se encuentran con frecuencia en alturas elevadas y lugares donde se encuentran diferentes frentes meteorológicos. Las turbulencias también pueden ser provocadas por barreras geográficas. En este caso las cizalladuras ocurren cerca de lugares montañosos y en los límites entre la tierra y el mar. Finalmente, pueden ocurrir durante las tempestades y por el aire generado por las mismas turbinas del avión.
El tipo de turbulencia más peligroso se conoce como CAT (Clear Air Turbulence) o turbulencia en aire claro, la cual es difícil de identificar. Sin embargo, la tecnología aeronáutica moderna (radares meteorológicos en los aviones y aeropuertos) permiten evitar los lugares con anomalías meteorológicas, incluyendo las turbulencias.
Para protegerte contra los efectos negativos de una turbulencia basta con utilizar el cinturón de seguridad y seguir las instrucciones de la tripulación. Presta atención a las reglas de seguridad y sabrás actuar ante cualquier eventualidad.
